domingo, 17 de junio de 2012

Josefina fue la mejor... pero AMLO ganó el debate


Si fuese editor de un medio y tuviese que estar pensando en este momento sobre la cabeza a la nota del debate, me la estaría pasando muy mal. Nota, no hubo. Yo, confieso, me aburrí muchísimo. Así se ven los debates sin confrontación. Así se sufren pues.

No habrá habido nota, pero hay mucho espacio para interpretar y analizar lo que pasó en el segundo debate.
No tengo duda, el mejor desempeño lo tuvo Josefina. Tiene una virtud que pocos le reconocen: es empática y hasta emotiva. Fue asertiva en sus propuestas y contundente en varios de sus ataques. En estricto sentido, fue la única de los cuatro, que fue a debatir.
Sí, pero tener el mejor desempeño no significa ganar el debate. Ganar o perder el debate se deriva de la ganancia neta en intención de votos, ello además, con respecto a los otros contendientes. No creo que el buen desempeño de Josefina se traduzca en una capitalización de simpatías.
Josefina fue mucho más atinada en sus ataques a Enrique Peña Nieto que a Andrés Manuel López Obrador. En parte, porque los primeros tenían sustento y los segundos, no, y en parte porque la respuesta de Andrés Manuel fue mucho más contundente que la de Peña Nieto. Eso es problemático, porque la estrategia de Josefina se debió centrar en derrumbar a quien le arrebató el segundo lugar. Un ataque efectivo contra quien ha estado en primer lugar puede perfectamente beneficiar a quien va en segundo lugar, sobre todo estando tan cerca de la elección, en donde cálculos estratégicos del voto (i.e. el voto útil), pueden definir el resultado final.
Peña Nieto y López Obrador se mantuvieron al margen de los ataques y expusieron, cada uno, sus propuestas. Pero esa estrategia, me parece, implicó la desaparición de Peña Nieto del debate, y la redención de López Obrador. Ser moderado cuando tienes a un candidato subiendo en las encuestas y contendiéndote el primer puesto, cuando eres el blanco de los ataques de otra candidata, cuando estás en una coyuntura que te asocia con el status quo y una estrategia en medios, es una opción que puede no quitarte votos, pero que claramente tampoco se los resta a quien viene tras de ti. Su moderación fue ausencia.
En contraste, ser moderado cuando todos los ataques en tu contra apuntan a tu ausencia de moderación, cuando un segmento de votantes indecisos te ve aún con recelo, cuando llevas seis años luchando contra una campaña negativa que te presenta como “un peligro”, es una opción estratégica en la recta final de la contienda.
López Obrador logró presentarse como un candidato mesurado y viable (dado su desempeño en la Ciudad de México), pero sin perder la claridad de su agenda de gobierno. Cierto, no fue una actuación que generara entusiasmo entre sus simpatizantes, pero ellos no dejarán de votar por él a partir del debate, la audiencia a la que se dirigió Andrés Manuel está formada por indecisos y votantes que por sobre todas las cosas no quieren que gane Peña Nieto. Su moderación fue presencia.
A ellos se dirigió el mensaje de un “cambio sin conflicto”, “crecimiento con estabilidad”, y “un gobierno para todos”. No es un cambio menor en el tono de Andrés Manuel, desde la elección de palabras, hasta el mensaje democrático y conciliador.
Las encuestas en los días siguientes dirán si me equivoco en mi lectura, pero por todo lo dicho aquí, creo que la buena actuación de Josefina no la capitalizará ella, sino Andrés Manuel.
Josefina fue la mejor, pero el debate lo ganó Andrés Manuel.
P.D. A modo de chiste, mandé un tuit que decía: “Reitero mi lectura del 2o debate: EPN*0 + Quadri*0 + AMLO*ß(JVM*.5) + JVM*.5” donde 0

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